¿Qué le hace el estrés a tu cerebro? | Universidad de Oriente Puebla

¿Qué le hace el estrés a tu cerebro?

Si estaremos viviendo la era de enemigos silenciosos. De una cotidianidad acelerada la humanidad pasó a estar acorralada por una pandemia como la que no padecía desde hacía unos 100 años. Para unos el peligro es evidente, para otros apenas es visible, si bien saben que les asecha.

El estrés forma parte de nuestra vida evolutiva. La respuesta al estrés ha sido una selección natural para hacer frente a amenazas que ponen en peligro nuestra supervivencia. Para nuestros antepasados, suponía una clara ventaja, pero las cosas han cambiado.

Vivimos en un mundo con altas demandas, laborales y familiares con un ritmo que supone un desafío constante. A eso hay que añadirle el momento excepcional que estamos viviendo como consecuencia de la COVID-19, una situación que genera incertidumbres sobre el presente, el futuro, la salud, la situación económica…

El estrés social ha aumentado

Al duro aislamiento social por el confinamiento se suma que la carga de trabajo ha aumentado (teletrabajo, conciliación familiar, apoyo escolar de los hijos…). Sin olvidar que, para muchos la pandemia ha supuesto una amenaza de sus proyectos vitales y una alteración de su estilo de vida.

Si bien el ser humano dispone de mecanismos para hacerle frente, el impacto del estrés dependerá de la percepción individual. Ante una misma situación de estrés cada persona puede reaccionar de maneras muy diferentes en función de múltiples factores (personalidad, apoyos sociales, experiencias previas, etc.).

Cómo sea esta percepción determina cuál será la respuesta neurobiológica al estrés. Si nos sometemos a un estrés muy intenso o repetido, o si sencillamente se percibe como impredecible e incontrolable, puede tener consecuencias importantes para nuestra salud, especialmente para el cerebro.

¿Cómo puede dañarse nuestro cerebro por estrés?

Cuando nos estresamos nuestro organismo reacciona de la misma manera que si se tratara de un proceso infeccioso, es decir, movilizando a las células que combaten una infección, aunque no exista. Esto recibe el nombre de inflamación. El estrés es capaz de provocar reacciones en nuestro organismo similares a las producidas por una infección, y eso incluye también a nuestro cerebro.

Aunque el estrés puede producir problemas cardíacos, digestivos, inmunológicos…, sin duda nuestro cerebro suele ser el peor parado.

Como en todo en la vida, hormonalmente necesitamos un equilibrio. El cortisol, conocido como una de las hormonas del estrés, es necesario para regular numerosas funciones, pero cuando aumenta en forma sostenida su producción y se rompe su equilibrio puede alterar numerosos genes que afectan al sistema inmune y a procesos tan importantes como a la neuroplasticidad.

La neuroplasticidad podría definirse como la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a nuevas experiencias. Gracias a ella somos capaces de adaptarnos y aprender de las nuevas situaciones, además de hacer frente a circunstancias adversas. Lo malo es que el estrés actúa reduciendo la neuroplasticidad y, por tanto, afecta a cómo nos enfrentamos a los problemas.

 

Referencias: 

Carmen Pedraza Benítez es Catedrática de Psicobiología de la Universidad de Málaga.

Margarita Pérez Martín es profesora de Fisiología y Neurocientífica de la Universidad de Málaga

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